HISTORIA DE UN AMOR FRUSTRADO

Monday, December 19, 2005

ADELANTE... ¡MÁS HUMOR y OTRAS HISTORIAS!

Dicen que el humor es el mejor de los remedios ante los malos tiempos. Ahora recopilo una historia que me hizo sonreir y que encontré en el último número de la revista cultural de Editorial La Plana (nº 1 Otoño 2005), con algún retoque para hacerla más comprensible.
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HISTORIA
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-Un hombre subió a un tren totalmente abarrotado y vio a una señora sentada que estaba dándole de mamar a su hijito de pocos meses. El hombre, impresionado ante tanta belleza, intenta desviar la mirada de los senos femeninos, pero no puede dejar de hacerlo, entre otras cosas porque está atrapado entre un viajero gordo embutido en una gran gabardina y una gitana con un atillo de claveles que amenazan con sacarle un ojo ante el menor descuido. El hombre decide, finalmente, disfrutar del espectáculo visual, sin percatarse de que un hilillo de baba lo está delatanto. La señora se da cuenta y, ofendida, le increpa:
-Oiga, ¿se puede saber que está mirando tan descaradamente?
-No se enfade, señora, pero es que estoy encandilado con sus pechos, ¿me deja darles una chupadita?
-¡Marrano asqueroso!, ¿cómo se atreve? Es usted un sinvergüenza y un inmoral.
En esos momentos se forma un alboroto y al pobre hombre le llueven insultos de toda índole por parte de los viajeros del tren, afortunadamente para él, el tren se detiene en una de las estaciones que parece ser el destino final de la mayoría de ellos. En el vagón sólo quedan dos almas en pena que, al parecer, continúan el viaje: él y la señora amamantando a su bebé. En esos momentos ella saca un papelito de su bolso, coge al bebé, se levanta, se acerca al hombre y, disimuladamente, le susurra al oído mientras le pasa un papelito:
-Tenga, ésta es mi dirección, mañana a las cinco de la tarde, estaré sola.
El hombre, alucinado, piensa que se le va a saltar el botón de la pernera, pero logra controlar la situación. Al otro día, a las cinco en punto de la tarde [hora torera por excelencia], llama a la puerta y le abre la señora ataviada con un salto de cama inútil porque aquellos exuberantes senos aparecen desbordando la impresionante y estilizada figura femenina. El hombre, sin ningún preambulo se lanza sobre ella y la posee con todo vigor...
-Se oyen gemidos de placer y ella acaba diciéndole: "Hágame todo lo que quiera, soy toda tuya..."
-Yo le pediría algo más, pero, no sé, no me atrevo, tengo un poco de vergüenza...
-Pida, pida, no se corte.
-Entonces, está bien: ¿le importaría darme unas galletitas?
[Campanilla]

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